lunes, 10 de marzo de 2008

Crónica de un vocal en las elecciones

Levantarse a las 7:00 un domingo nunca es plato de buen gusto. Pero a las 8:00 en punto había que estar en el colegio electoral ya que en caso contrario existen democráticos castigos que seguramente conoceréis todos:

"En el supuesto de que deje de concurrir a desempeñar sus funciones, las abandone sin causa legítima o incumpla sin causa justificada las obligaciones de excusa o aviso que impone la Ley Orgánica del Régimen Electoral General, uncurrirá en pena de privación de libertad de 14 a 30 días y multa de dos a diez meses"


Bien, a las 8:00 las puertas del cole están llenas de gente con cara de mala leche, excepto la de aproximadamente la mitad de los concurrentes: son los suplentes. En este 50% la emoción que muestra el rostro es la intriga por saber si la persona a la que suple acudirá o, simplemente, no vendrá y le tocará pringar todo el día.

Vamos a las mesas y aquello es un descontrol por lo que los interventores de los partidos (PP y PSOE, en este país bipartidista no hay más) toman la voz cantante a la hora de compartir su experiencia en elecciones anteriores. Una vez se reúnen todos alrededor de la mesa, la mayoría de suplentes respira tranquilo y se larga a casa.

El resto nos quedamos con cara todavía legañosa y nos sentamos en sillas pensadas para David el Gnomo. No olvidemos que estamos en un colegio para niños cuyo apellido ha pasado a ser "electoral", pero cuyo mobiliario sigue siendo infantil. ¿En esta silla tengo que estar sentado las próximas 8 horas? No hay problema.

Y empieza la firma de papeles: acta por aquí, acta por allá. Que si yo soy el presidente, que si yo el vocal, que si yo la consonante, que si yo los puntos suspensivos... Es entonces cuando llega lo mejor de la jornada: te pagan 60€ (y debo decir que merecidos están).

Y a las 8:30, constituída la mesa, empiezan las votaciones.

En los primeros momentos: descontrol. No sabes qué hacer. Poco a poco te aclimatas y vas separando responsabilidades. "Vale, tu buscas el nombre en la lista, yo lo apunto en esta hoja y tu le devuleves el DNI". El fordismo aplicado a las elecciones. No será su única aparición.

Así, en oleadas estremecedoras, la gente va ejerciendo su derecho al voto mientras unos pobres desgraciados buscan y anotan nombres en docenas de folios. Yo fui el encargado de apuntar uno a uno los nombres. La mano empieza a doler. A un servidor ya se le habían olvidado los largos dictados de antaño. Allá a las 13:30, alentados por los interventores, nos turnamos los dos vocales y pude hacer una escapada de 20 minutos a casa para comer algo. Sentó bien, pero la vuelta se hacía cuesta arriba.

Varias anécdotas clásicas durante las 8 horas de la votación:
- Un hombre quería introducir él mismo los sobres en la urna (algo terminantemente prohibido ya que debe hacerlo el presidente de la mesa) y tras una acalorada discusión se marchó con su mujer sin que esta hubiera votado.
- Había muchísima gente que le daba directamente el DNI a la interventora del PP (que lleva la insignia bien visible) y esta le tenía que decir que no, que se lo tenía que dar a la presidenta. ¿A quién votarían estos desorientados electores?
- Gente que venía y preguntaba cosas como "¿Para votar al PSOE es esta mesa?"
- Las interventoras del PP tenían muy mala cara, probablemente debido al alto índice de participación que se respiraba en el ambiente (en mi mesa casi llegó al 80%) y en algún momento saltaron y amenazaron a la presidenta con "abrir un informe" por que no estaban conformes con nosequé tontería.
- Había una chica en una mesa que ha sido elegida por sorteo en las últimas 4 elecciones; que para más inri, no han sido muy espaciadas en el tiempo. Hay gente con suerte.
- Hicimos una porra para ver cuantos votantes tendríamos al final del día y el 2º vocal acertó de pleno.

Y los apoderados e interventores, como aves de rapiña, se abalanzaban sobre los votantes más ancianos y con signos evidentes de desconcierto para "orientarle" acerca de cómo debe votarse.

Bueno, en fin. Llegan las 20:00 y se cierran las puertas del colegio por lo que se procede a abrir las urnas y contar papeletas. Las blancas del congreso muy bien, pero las del senado... No sé quien habrá ideado ese sistema de votación mediante sábanas color salmón. Pero el recuento era tedioso, lento y se necesitaban 20 mesas para poder amontonar debidamente las papeletas. ¿Papeletas? ¡El diminutivo parece recochineo, oiga! A las 0:40 finalizábamos el recuento de las dichosas papeletas. Un total de 429 personas ejercieron su derecho al voto, pero una de ellas sólo votó al senado y nos descuadró las cuentas durante unos minutos de desconcierto.

Firmar actas y más actas para poder cerrar la sesión. Llenar folios y folios con los resultados. Meterlos en sobres numerados y darle uno a la cartera. ¿Se ha acabado? No. Todavía queda dirigirse a los juzgados con los otros dos sobres para entregarlos definitivamente. Cogí la cama a la 1:30 de la noche. Menos mal que al día siguiente te dan 5 horas libres en el trabajo...

¿Algo bueno de este día interminable? La gente estupenda con la que tuve la suerte de compartir mesa.

Un saludo.

1 comentario:

Unknown dijo...

No me lo recordeis.. pensé que era un suceso olvidado, pero me ha reabierto la herida. Jejeje.
Digo, hablando en serio, qué bueno que le vea el lado positivo a las cosas (eso de la gente estupenda), pero a mí no me fue nada bien: los señores no eran imparciales, eran quejosos y luego para mal me tocó en un lugar donde las inclemencias del clima hicieron estragos en mi salud. Al llegar a mi casa por más que intentaba no podía calentar mi cuerpo y mi cabeza me iba a explotar. Eso si, al día siguiente no fui a la escuela por mi mal estado.
Ay, creo que ya me emocioné contando mi historia. Jo Jo.. Lo siento.
Saludos.